jueves, 31 de enero de 2008

Mr. Gas y Mrs. Luz

A veces llegan juntitos los muy cabrones. Y otras veces llegan un día uno y al día siguiente el otro. Lleguen como lleguen siempre llegan puntuales y en febrero llegan más panzones. Hablo del recibo del Gas y del recibo de la Luz. Los dos son bimestrales y los dos reflejan el uso rudo que le dimos a la calefacción y al calentador durante diciembre y enero.

A este par de papelitos les tengo mucho miedo, pero miedo de neta, no de ese miedo infantil que sientes cuando crees que en una calle desierta se te va a aparecer un vampiro o un "robachicos". Tampoco es un miedo raro como el que a veces siento cuando me topo a una antialcohólica aún sin haber tomado nada. El Gas y la Luz me dan miedo de neta.

Ayer en la noche veníamos de casa de mis jefes y antes de estacionarme en la cochera la Maga divisó un papel tirado a lado de sus macetas.
-¡Oh!, hay un recibo ahí tirado-, me dijo un poco tímida.
-Por favor Diosito que no sea el de Gas o el de Luz...- me lamenté.

Por fortuna era el del Agua y ese me lo paso por los Wilburs y hasta lo recibo con cariño porque nunca son más de 70 pesillos. ¿Pero qué tal el Gas y la Luz?

Irónicamente este par de recibos inflados siempre llegan cuando me sobran unos dos mil pesillos y por fin me había decidido a darle un adelanto al carpintero para ese mueble que tenemos pendiente, o había planeado irme a Macallen a comprar garras... ¡Pero ni madres!, en ese momento "de abundancia" llegan Mr. Gas y Mrs. Luz para agüitarme la fiesta, porque además si me paso de la fecha límite de pago, aunque sea un día, me cortan el servicio de volada. Mira qué bonito como dirían Rómulo, Cascarita y Tello Mantecón.

martes, 29 de enero de 2008

Encuentro espiritual

Es muy difícil ser ateo en Los Ángeles porque ahí te ofrecen creer en tantos dioses que ha de ser complicado no simpatizar por lo menos con alguno. Religiones, sectas e iglesias de todo tipo puedes encontrar en la capital californiana. La oferta de dioses es muy variada, encuentras a los más establecidos como el cristiano, el budista, el mormón, el islámico o el protestante, hasta otros tipos de salvaciones como la cábala, la cienciología o la meditación. En el área de Venice, por ejemplo, en una misma cuadra hay lecturas de tarot, café, cartas, y por la popularidad que tienen el regué, las rastas y la mariguana por esa zona no es tan mamón decir que Bob Marley también es una especie de religión para gran parte de gringos chubidubi.

Las tiendas son otro tipo de templos en los que puedes tener encuentros espirituales. Para darles un ejemplo, les platico que el lunes en la mañana venía caminando por la zona comercial conocida como Promenade, en Santa Mónica, cuando una chinita talla cero se me cruzó en el camino. Aquí empieza nuestro diálogo:

-¿Tiene cinco minutos que me legale señol'-, dijo Ojos Chicos (ella).
-Sí-, contestó Boca Grande (yo).
-Dígame, ¿cuál de estas pleguntas se le hace más intelesante-, preguntó Ojos Chicos a Boca Grande pasándole un pedazo de papel en el que estaban escritas las siguientes preguntas:

1) ¿Por qué crees que el ser humano no deja de sufrir?
2) ¿Este mundo es lo suficientemente espiritual?
3) ¿Crees que haya una vida para ti después de tu muerte?
4) ¿Qué haces para conservar este mundo a salvo?
5) ¿Hay un Dios que te observa?

Boca Grande leyó las preguntas con algo de hueva porque no tenía ganas de profundizar, pero al mismo tiempo se sintió motivado porque eran preguntas que él se había hecho en algún momento de su vida.
-La pregunta que más me llama la atención es la primera-, dijo seguro Boca Grande.
-¿¿¿Riiilyyyy????-, se sorprendió Ojos Chicos.
-Yes, rily-, aseguró Boca Grande.
- Muy intelesante...Tendlá otlos 10 minutos señol pala esplicalme polqué clee que esa plegunta es impoltante?-, insitió Ojos Chicos.
- Pues porque creo que el ser humano no deja de sufrir porque se la pasa buscando la felicidad afuera y no adentro de sí mismo- dijo Boca Grande improvisando una respuesta porque lo que realmente le hubiera gustado decir es que no tenía una puta idea de porqué el ser humano no para de sufrir y que a él más que a nadie le gusta sufrir de okis para justificar una existencia maravillosa. O sea, a él le gusta quejarse aún sabiendo que es afortunadísimo. Eso y muchas otras cosas hubiera querido decirle Boca Grande a Ojos Chicos, pero no tenía tiempo ni ganas para alargar esa platica.
- Ohhhh, muy intelesanteeee-, dijo Ojos Chicos queriendo abrir más los ojos sin éxito.
- ¿Se te hace?-, retó Boca Grande.
-Sí, pol supuesto. ¿Oiga y no tendlá 30 minutos más pala acompañalme aquí a dos calles pala hacele una lectula de la exitencia del sel humano, es totalmente glatuito?- propuso Ojos Chicos.
-Naaambre, muy amable señorita, pero ya voy con prisa, en otra ocasión sí me aviento su reunión, suena muy padre-, se disculpó Boca Grande quien para esas alturas ya andaba medio culeado porque sospechaba que Ojos Chicos podría pertenecer a una secta satánica, o peor aún, que podría ser una vendedora de Amway disfrazada. Fin del diálogo.

Luego, no sé porqué, durante todo el vuelo de regreso a Monterrey seguía pensando en que a lo mejor hubiera sido buena idea irme con la chinita para seguir contestándole preguntas existenciales. Se notaba que era mi fan. La próxima vez que vaya a Santa Monica la voy a buscar y son suerte me levantan una iglesia y me veneran y me convierto en dios Chafo. Total ser un dios en Los Ángeles no es tan difícil, lo difícil es no creer en algo o en alguien.

Deseo retro

Ya sabemos que a los hombres que nacimos entre 1972 y 1974 el martes nos saca ronchas; en este día la existencia se nos atasca y la voluntad se nos poncha.
Pero yo los invito a que no nos dejemos y que le hagamos frente al maleficio del martes con un poquito de deseo retro. Recordemos por ejemplo, ¿qué mujer nos emocionaba el semen hace 15 años?

Ahí les va: Mi generación creció bombardeada con el Reto Pepsi, que era una campaña publicitaria para quitarle clientela a la Coca. El reto consistía en que te daban a probar dos vasos de refresco de cola, (me cae mal esa expresión de "refresco de cola", pero es útil usarla), y entonces tú decidías cuál de los dos refrescos sabía mejor. Luego de probarlos te enseñaban la botella de tu bebida escogida y te dabas cuenta que era una Pepsi..."¡Wooow! toda la vida tomando Coca y la Pepsi está más rica", era lo que te daban a entender que la gente decía. La neta, la campaña sí ayudó a introducir a la Pepsi en el mercado, pero con el tiempo México fue regresando a la Coca.

¿Pero, para qué hablo de todo este rollo de mercadotecnia? Pues hablo de esto porque recordé que por aquellos años la Pepsi sacó al aire un anuncio que se convirtió en el favorito de mis amigos. Nosotros seguíamos tomando Coca, pero con este anuncio agradecimos enormemente el buen gusto de la Pepsi. O dicho de otra manera, a los que nos valió madre el Reto Pepsi, no nos valió madre Cindy Crawford.

viernes, 25 de enero de 2008

Miss Trapeador 08

Al spoc le caen muy bien los trapeadores. ¿Qué es un trapeador? Dícese de aquella mujer que no está bonita, pero que le echa ganas; que no tienen buen cuerpo, pero que se viste como si lo tuviera; y que no es rubia, pero lo aparenta.

Un diálogo común entre dos spocs podría ser el siguiente:
-Tenemos una junta con la maestra porque mi hijo anda muy mal en Matemáticas-, platica un spoc a otro.
-¿Y está buena la maestra?- quiere saber el otro spoc mostrando mucho interés.
-Pues es trapeador- contesta el primero y entonces el segundo entiende perfectamente en qué condiciones físicas se encuentra la hembra.

Cuando el spoc era soltero los trapeadores eran su mercado, porque un spoc sabio es ése que tiene la certidumbre de que con las mujeres de alto perfil no tiene mucha chance de conquista, pero que en el mundillo de los trapeadores todo puede suceder.

El spoc es de gusto de central camionera, sin duda. Su área de distracción es la estética femenina que se pasea en la Pulga Río los sábados en la tarde. (Por cierto que no puedo evitar sentir asco al ver la comida que se vende en las pulgas, yo, que tengo el estómago bien pavimentado por el que pueden pasar alimentos pesados, cuando veo esas tostadas de pollo, aguacate, crema, lechuga, queso, salsa y pico de gallo que se devoran los que atienden los puestitos pulgueros se me arruga hasta la traquea).

Pero bueno, regresando al tema, hay que decir que las mujeres que están muy buenas o muy bonitas obviamente no son trapeadores y por lo tanto pertenecen a otra especie conocida como “Viejas del Salón de Chupón”, llamada así porque aunque su fundador es y nació spoc, con el tiempo se hizo muy exigente de pupila y casi ya no se rola en el ecosistema trapeadoril. Allá él.

Una metamorfosis interesante es aquella que experimentan algunas mujeres que cuando están en la prepa son re-que-te-trapeadores pero que luego de casarse se pasan al salón de Chupón, a veces gracias a la cirugía y a veces por mera suerte genética. También sucede al revés, que las del salón de Chupón crecen, se casan, se descuidan y se convierten en trapeadores.

Viendo que hay tanta superficialidad en Miss Universo se me ocurre que el spoc debería organizar el certamen Miss Trapeador 08. El casting estaría abierto a mujeres de todas las edades, razas, pesos, tallas y tonos de pelo. Se calificarían cosas tan importantes como ocultamiento de lonja, blanqueamiento de codo, geometría a base de celulitis y el mejor pupilente.

A mis lectoras interesadas favor de apuntarse por esta vía con un servidor.

jueves, 24 de enero de 2008

Divagancias de aeropuerto

Llegas a la sala cuatro y está completamente sola, eliges el lugar en donde esperarás a que llegue el avión y te sientas. Más tarde te paras al baño y regresas a la sala que sigue estando completamente sola pero tú vas y te sientas en el mismo sitio pudiendo sentarte en cualquier otro lado. De seguro te hubieras molestado si alguien se hubiera sentado en “tu” lugar mientras andabas en el baño porque hiciste tuyo ese asiento como igualmente haces tuya una mesa favorita en un café o haces tuyo a un mesero servicial en un restaurante; nada de eso es tuyo, pero tú lo haces tuyo, tienes esa facilidad de poseer lo que no te pertenece.

Tampoco son tuyos “tus” amigos ni “tus” padres, ni “tu” vieja, pero de igual manera los sientes propios. A veces has leído una cita que dijo alguien que no tiene rostro y te ha gustado tanto esa frase que la repites como si fuera tu invención. Lo peor es que luego la gente te reconoce por esa cita y en un descuido será el letrero que tenga tu tumba.

Eliges “tu” moda y “tus” colores favoritos y hasta “tu” mejor ángulo para las fotos y luego si alguien trae puesto alguna de “tus” tendencias, o se viste con “tus” colores, o posa de la misma manera que tú lo haces frente a la cámara sientes que te han plagiado la personalidad. Te mueves en la cultura del “es mío porque yo lo vi primero”. ¿Qué realmente nos pertenece?, ¿nos pertenecemos a nosotros mismos o somos propiedad de otros?.

Luego te robas una pluma de un hotel y cuando alguien te la pide vigilas muy bien que te la devuelva porque es “tu” pluma. No seas mentiroso, no es tuya, lo único que hiciste es cambiarla de lugar: la pluma pasó del buró de la cama de hotel a tu bolsa, pero ella sigue siendo de nadie.
-¡Nooo, sí es mía!-, te defiendes, pero no, no es tuya.

Ves a tu hijo queriendo correr y te deleitas pensando que es tuyo, pero tampoco él es tuyo; él nació gracias a ti, pero no es tu propiedad, le pertenece al Gran Orden y es peligroso, muy peligroso, sentirnos dioses poseedores de gente.

También defiendes los defectos que tienes y los justificas diciendo que así eres desde niño y que esos son “tus” defectos y hasta tienes los huevos de retar al mundo sentenciando que te quiera quien quiera quererte y que si no quiere nadie quererte pues no.

“Tu” equipo de fútbol tampoco es tuyo, tú lo que haces es engrosar la cuenta bancaria de algún empresario muy vivo, pero el que se aburre con el cero a cero de local eres tú, porque “tu” equipo te falló, “tus” once muchachos desconocieron a “su” dueño, o sea tú, y no hicieron en la cancha un partido decente.

Lo peor es que sufres por tener lo que no te pertenece y te apegas a objetos que no son tuyos...

Ya está amaneciendo, y en unos minutos te van a invitar a abordar, entonces checas otra vez el número de “tu” asiento en el avión y ruegas porque no te hayan puesto a lado de ese gordo paisano que trae cajas con carne seca o a lado de la señora que se parece a la Nena Delgado y que desde lejos se le nota el mal aliento.
Finalmente piensas que si viajas solo en la fila 12, ése será el mejor de “tus” viajes.

miércoles, 23 de enero de 2008

Morir joven

Cuando era más joven y más menso me daba por admirar a la gente que moría antes de cumplir los 30 años. Sus biografías recortadas por la tragedia me llamaban mucho la atención porque yo, como muchos, sentía que morir joven es el primer paso para convertirse en leyenda, y, ¿quién no quiere ser una leyenda?, ¿quién no admira a una leyenda?.

Antes me atraían las vidas que se quedan en promesa, los Morrison, los Dean, los Cobain, los Monroe. Para mí los que se mueren jóvenes eran como mártires de la sociedad, una especie de héroes (sin mérito).

Lo que pasa, creo, es que el muerto prematuro nos deja a los vivos un montón de preguntas sin resolver y otro montón de especulaciones de lo que pudo ser su vida.

No sé porqué a veces los seres humanos veneramos a quien ya se nos peló y no tomamos en cuenta a los que todavía nos quedan. Por ejemplo, Paul McCartney es un músico más prolífico que John Lennon, sin embargo éste último se murió de una manera trágica y entonces lo pusimos en un alto pedestal como si fuera el gran pacifista del siglo pasado y de ahí nadie nos lo baja.

Es lo mismo que le pasó a Marlon Brando que se murió a los 80 años, ya viejo, gordo y loco, pero que de joven era mucho más talentoso y tenía más pegue que el sobrevalorado James Dean que se murió muy bien peinado a los 24 años. Igual le sucede a la ahora abueleable Liz Taylor quien en su momento estaba mucho más buena y era mejor actriz que Marilyn Monroe, pero ésta le robó el eslogan de inmortal precisamente por morirse muy tiernita, a los 36.

El nuevo matriculado en esta lista de muertos precoces es el actor Heath Ledger (foto) que falleció ayer a los 28 años. A mí ya no me causan admiración este tipo de muertes, hoy me dan lástima. No sé si ya estoy empezando a madurar o ando como en mi cuarta o quinta adolescencia pero ahora valoro más a los vivos y me causan tristeza, y no admiración, los muertos jóvenes.

martes, 22 de enero de 2008

Confianza divina

-Diosito sigue teniendo mucha confianza en la raza humana-, o algo parecido le dijo Irene a mis papás cuando les anunció que estaba esperando un bebé.
Yo ya sabía desde hace una semana pero no pude hacerlo oficial hasta hoy cuando un doctor confirmó lo que la prueba de embarazo casera había adelantado.
Mi nuevo(a) sobrino(a) tiene entre cuatro y cinco semanas nadando en la panza de mi hermana, allá en Madrid hay quienes quieren que sea niño, pero acá algunos apostamos a que es niña.
Mateo ni sospecha que dentro de ocho meses será desbancado del trono, poco le duró su reinado.
Nuestra sangre sigue poblando el mundo, ésa es una buena noticia.

Martesitos

Hoy soy recipiente pero no contenido. Hoy soy un lote baldío en el que pronto levantarán una Farmacia del Ahorro. Soy una foto pero no una historia. Soy una pantalla pero no una proyección. ¿Habría que tomarse más en serio el hábito de escribir en este blog o habría que renunciar a él?.

Hoy soy tinta pero no mensaje. Por alguna razón que no puedo explicar nunca puedo dejar de pensar, una vez es una canción, otra vez es un recuerdo, pero la mayoría del tiempo es la nada, ¡pienso en la nada!, pero me preocupa el todo.

Tener el bebé más hermoso de la cuadra no sirve de mucho cuando te sientes una cantina iluminada de día, llena de colillas de cigarro y de gargajos en el piso. Lo más fácil sería recurrir a la tregua de los deprimidos y limosnear consuelo en un diván, pero no me siento deprimido, ¿para qué?.

¿En qué ventanilla del mundo uno llega y dice que está cansado y entonces le devuelven su condición física?.

Y luego, como si fuera una trampa que uno mismo se pone en el camino, se viene un vientecillo de alegría, de satisfacción. ¿Y entonces para qué te quejas? Es que no me quejo, me atormento que es diferente y más disfrutable. El constante boicot del yo. Tu peor enemigo, ¡tú!. Y esa vida que siempre nos espera para ser vivida y uno que la vive pensando, siempre pensando sin generar.

viernes, 18 de enero de 2008

La tribu de los equis

A Mateo:
Hijo mío, has de saber que en algún tiempo de tu vida te llamará la atención vestirte a la moda. No sé que se vaya usar cuando cumplas los 15, pero de seguro querrás usar el pantalón que todo mundo trae o los tenis que todos usan. Quiero decirte que no es malo que sientas ganas de pertenecer a un grupo y a una generación vistiéndote como los demás.

Posiblemente también quieras dejarte el pelo largo o pintártelo de rojo o de violeta, o peinarte como mohicano, o usar aretes o perforarte una ceja. A lo mejor querrás tatuarte o pintarte las uñas de negro. No me importa, quiero que encuentres quién eres haciendo los experimentos de imagen que tú quieras.

Haz con tu look lo que quieras, mientras no se te antoje ponerte chichis prometo no escandalizarme, pero si te sirve de algo te quiero platicar que la gente más interesante que he conocido es la que se viste de la manera más común y corriente, más anti fashion, menos colorida. Ellos son lo que mi generación etiquetó como "Los Equis", gente que no llama la atención, que se viste como si comprara la ropa en Del Sol y que generalmente desconocen de marcas. Querido hijo, esta gente me ha sorprendido con su inteligencia, su buen humor y su calidez como no lo ha hecho la gente que está muy preocupada por cómo se ve.

Pienso, por ejemplo, en Hilario, un velador que nos cuidaba la casa en el DF y que tenía la greña de maya y siempre usaba una camisa a cuadros y unos pantalones de pana café muy feos. A veces cuando me urgía conversar de verdad me iba a su caseta que olía a humedad e Hilario me contaba de los fantasmas y supersticiones de su rancho y me decía que pronto iba a comprar un terrenito para levantar una casa y que extrañaba a las estrellas y a sus animales.

Pienso también en mi maestro Eduardo Ramírez que tenía una pinta de nerd anticuado, pero que me aconsejó leer la novela Rayuela y que me enseñó que no entenderle al mundo es una enfermedad incurable pero fascinante.

También recuerdo a Vampi que en la prepa, cuando yo repetí año por burro, fue el primero que se acercó a ofrecerme un cigarro y a sacarme plática. Vampi se vestía con esas playeras a rayas tipo Kiwi, las del pingüinito, y creo que si le conté dos jeans en todo un año son demasiados. Con él hablé de los eternos instantes que forman toda la vida, de los misterios con los que las mujeres seducen a su presa y de los beneficios de andar por la vida poniendo cara de pendejo.

Hijo mío, sé que la publicidad te tentará a vestirte como todos tus amigos lo hacen y que un día me verás vestido como un equis y te daré pena. No importa, ése es el ciclo de la vida, pero sólo quiero que sepas que el mundo te va a querer vender eterna juventud, por favor, desconfía de la gente que no quiere envejecer, porque todos debemos vernos rancios algún día. Si acaso sólo Robert Smith de The Cure tiene permiso para verse como un niño grandote.

Mateo, haz el esfuerzo por conocer a la gente a pesar de su ropa, date cuenta que mientras más cosmético le ponen a su aspecto más vacía tienen el alma. Sí, que te guste la belleza, pero intenta separar lo que se pone encima una persona de lo que es esa persona en realidad.

Hijito, la ropa siempre es un uniforme. Te platico que a veces juego a una cosa muy sencilla aquí en la oficina: A los que son intendentes los imagino de saco y corbata y a los directivos más fregones les pongo un traje imaginario de barrendero. Entonces toda la perspectiva cambia, ¿porque le tenemos más respeto a la gente que usa "buena" ropa sin importarnos en descubrir que esa gente merece nuestro respeto?

Mateo, todo el mundo se mueve por la apariencia. Todos nos montamos una escenografía alrededor porque ser un equis nos da mucho miedo. Tú atrévete a conocer personas que se vean simples y del montón, y entonces le darás la razón a lo que dice tu mamá de que menos es más.

Te quiero mucho cabezón, aunque te vistan mejor que a mí.

jueves, 17 de enero de 2008

Secsi VII

Hoy al mediodía estaba muy a gusto comiendo unos taquitos de tuétano en la cantina "Mi Pequeño Bacarat", ahí en Juan Ignacio Ramón, cuando de repente entró mi amigo, ése que se llama como yo y que nació el mismo día que yo.

El pobre venía muy triste porque ayer fue a su primera reunión de Alcohólicos Anónimos, pues ha decidido dejar de chupar este año.

Luego de pedir un vaso de agua mineral, mi amigo levantó los ojos, y con acento resignado me sacó plática.

-"Todas las borrachas que se quieren rehabilitar están bien feas, hubieras visto a mis compañeras de ayer, todas panzonas, arrugadas, despeinadas, con la voz aguardientosa y medio chimuelas"-, me dijo.

Yo le contesté que no se precipitara, que debe haber por ahí una borrachita que esté de buen ver como Lindsay Lohan que va cada semana a las reuniones de AA en Los Ángeles porque le encanta levantar el codo para brindar.

- "Si las ex borrachas de aquí estuvieran tan buenas como las de allá, yo dejaba la tecate de por vida-, juró mi amigo y me arrebató el último taco que me quedaba.

miércoles, 16 de enero de 2008

Tips de oficina

Lleno de polvo encontré en mi escritorio El Manual Para El Oficinista Huevón que escribió hace algunos años el sicólogo social Wilber Bracho. Aquí les comparto algunos tips si es que ustedes son asalariados comunes y corrientes como yo. Si acaso ustedes son jefes, entonces pueden leerlo para darse cuenta si uno de sus empleadillos anda tirando flojera de más.

PARA CUANDO VAYAS A LLEGAR TARDE.- Se recomienda que antes de llegar a la oficina pases al Oxxo o al Seven por un vaso grande de café. Nunca corras y demuestres miedo por llegar tarde, en cambio, dale sorbos pausados a tu vaso de café. Así das la imagen de que ya habías llegado a la oficina pero decidiste salir por un café "para despertarte bien". Es muy importante que desaparezcas de la vista ajena las llaves del carro para que no se note que acabas de llegar. Si eres mujer estás medio frita porque no podrás ocultar la bolsa, pero en todo caso si te encuentras a alguien y te pregunta que porqué llegas tan tarde dile que ya habías llegado pero que fuiste por un café y que como te ha bajado la regla por eso cargas con la bolsa a todos lados. Nadie se atreverá a contradecir esa situación.

PARA CUANDO TE QUIERES IR TEMPRANO.- No hay mejor remedio que poner un par de hojas en blanco dentro de un folder de esos amarillos y pararte de tu silla muy decidido. No tomes el elevador, usa las escaleras, así puedes decir que vas a Recursos Humanos a realizar un trámite. Mientras bajas por las escaleras no muestres ninguna alegría, mejor frunce las cejas como si fueras preocupado, aunque por dentro te estés pelando por que te dé el aire. El mismo folder amarillo con la hojas en blanco adentro lo puedes utilizar a la mañana siguiente para llegar tarde y decirles a tus compañeros que acabas de hacer un trámite muy gorroso en Tránsito de Monterrey o en Hacienda. Todos se compadecerán de ti y hablarán de lo pinche que está la burocracia en todas las dependencias de gobierno.

PARA EVITAR PLÁTICAS DE ELEVADOR.- Es muy importante que te dirijas al elevador con la mirada agachada viendo al piso. Si intuyes que a lo lejos hay alguien indeseable saca de repente tu celular y pon cara de que no ha sonado porque lo traes en vibrador y entonces haz como que contestas. Ésta es la parte en la que debes hacer uso de tu creatividad e inventar un diálogo con alguien que no existe del otro lado de la línea. Cuando se abra el elevador sigue con tu charla falsa y nadie, absolutamente nadie, se atreverá a interrumpirte. El único riesgo de esta medida es que en plena farsa suene tu teléfono y los demás se den cuenta de que eres puro pedo. Por eso, se recomienda que tengas el celular apagado todo el tiempo que dura tu llamada ficticia.

CONTINUARÁ...

martes, 15 de enero de 2008

Infanzzzia

Sólo los desmemoriados aseguran que la infancia es la etapa más alegre y emocionante de la vida. Que yo me acuerde, cuando era niño había muchos ratos aburridos en los que no podía hacer nada porque estaba controlado a lo que dictaba la agenda de actividades de mis papás.

Un ejemplo de momento aburrido infantil: Ir al banco con mi papá. Futa madre, en esos años eran bancos enormes, de filas largas y no había tarjetas de débito ni cajeros automáticos ni dinero electrónico, así que el cliente debía llenar una serie de formularios antes de formarse en la fila. Entre un "no toques nada" y un "quédate aquí sentado" mi papá me dejaba en el sillón de un Banca Serfin que estaba en el Centrito del Valle. Ahí, una de mis "diversiones" era contemplar el peinado tipo té canasta de una señora bien vestida que imagino era la gerente. Para explicarme mejor, la señora se parecía mucho a Margaret Tatcher. Yo no sé porqué sentía que esa ruca me iba a regañar si me movía de mi lugar y también me daba la impresión de que los niños no éramos bienvenidos en esas atmósferas solemnes que tenían los bancos antiguos, nadie te tiraba un pedo, nadie te pelaba y mucho menos había televisión como en algunos bancos actuales. Por fin, ya cuando mi papá llegaba a rescatarme de ese aburrimiento bursátil me decía: "Ya mero nos vamos hijo, sólo deja paso con el Sr. Fulano a preguntarle una cosa..." y madres, ahí se nos iba otra media hora.

Otro ejemplo de momento aburrido infantil: Ir de visita a casa del compadre Nacho. Futa madre, el compadre Nacho vivía en la Colonia Primavera, o sea, nosotros íbamos de San Jerónimo hasta allá a bordo de nuestro Renault 12 color café con leche y para mí era un trayecto enorme y tedioso. Era como viajar a otra ciudad. Llegabas a casa del compadre Nacho y su esposa siempre estaba en bata de dormir, (así la recuerdo aunque no apuesto que sea cierto). Los hijos del Nacho no tenían Atari ni carritos ni nada. Mi jefe se la pasaba con madre allí, se cagaba de risa a cada rato y yo cabeceaba en la sala esperando el ansiado "Ya vámonos". Esas noches siempre terminaban de la siguiente manera: Yo jetón cargado por mi mamá, mi hermana Irene con una cara de fastidio difícil de superar y mi papá alargando la despedida de su compadre en la cochera de éste. El regreso era aún más largo, yo venía acostado en el asiento de atrás y a veces me despertaba y veía pasar por la ventana del carro las ramas de los árboles, los postes de luz, la oscuridad...

Lo peor es que a todas las reuniones que tenían mis papás con sus amigos nos tenían que llevar porque no había con quién dejarnos en la casa. Además era bien difícil hacer amistad con los hijos de los amigos de mis jefes y yo odiaba que me obligaran a jugar con alguien que nunca había visto en mi vida. -"Eugenito, vete a jugar con Memito, ahí a su cuarto"-, me decía la anfitriona, pero invariablemente el pinche Memito no quería prestarme nada y hasta me corría de su cuarto. Entonces yo no hallaba mi sitio, ni con los "grandes" que no me querían ahí cerca, ni con Memito que era reculo para prestar sus juguetes.

Pero, ¿por qué escribo de todo esto? Pues porque ayer le receté a Mateo su primera mañana aburrida conmigo. Pobre, me lo llevé a "dar vueltas", fuimos al laboratorio por unas fotos, a lavar el carro (y hoy llovió, claro) y a Soriana por provisiones, toda la faena la hicimos con un frío de la chingada. Ahí me tienen bajándolo y subiéndolo del carro, abrochándole la chamarrita, poniéndole el gorro, tapándole las manitas, etc. Total pura incomodidad para ambos, pero yo de necio quería pasar una mañana con mi hijo, llevarlo a la rutina ordinaria, que supiera lo que hago un día que no voy a la oficina y que la gente me viera e imaginara lo buen padre que soy porque llevo al niño a todos lados, bla, bla, bla...
Pero la neta es que me dio culpa porque mi hijo se aburrió un chorro conmigo y dudo mucho que antes a un papá le diera culpa eso.

¿Por qué me da culpa aburrir a mi hijo? Porque creo que ahora los nuevos papás estamos muy preocupados porque nuestros hijos no se aburran. Los metemos a estimulación temprana, maternal y kinder desde bebés porque el chiste es que el niño tenga cosas que hacer, se distraiga, socialice y se canse. Nos aterra que el niño se nos aburra en casa y que de grande sea un adulto aislado, un antisocial, un ermitaño.

Además nos da culpa que se aburran los hijos porque hoy en día todo está diseñado para que no se aburran, es decir, los comercios están acondicionados para tener contentos a los niños, cada vez más restaurantes tienen un espacio de juegos infantiles, los bancos tienen televisión, las iglesias misas para niños y los carros sistemas de video para que ellos vean películas mientras los papás se la rayan a alguien en el tráfico. Hasta hay lugares para que los huercos se diviertan haciendo cosas de adultos como Kidzania y Mundo de a Deveras.

La nueva generación de papás padecimos de niños el aburrimiento porque el mundo estaba diseñado más para la satisfacción de nuestros papás y en realidad nadie se preocupaba si los hijos se aburrían. En cambio, ahora, todos acelerados y con un miedo injustificado, queremos que nuestros hijos se diviertan todo el tiempo, en cualquier salida, como nosotros no pudimos hacerlo.
¿No será que seguimos estando bien aburridos y que nuestra única diversión es ver que ellos se diviertan?

jueves, 10 de enero de 2008

Perra siesta

Ramona duerme y ronca como velador borracho. Ha de soñar con montones de nutela o con pedazos de jamón de pavo, sus botanas favoritas. Ella encuentra cualquier campo de calor, como por ejemplo, el surco que forman dos almohadas en nuestra cama para acomodar su torneado cuerpo blanco y negro, y entonces tirar la hueva a pata suelta.

¿Hace cuanto que no duermo una siesta como ella? Años.

Mi mamá cuidaba de una manera feroz el sueño de mi papá, que por ser pediatra, pasaba varias noches de la semana en guardia dentro de un hospital. Por eso cuando era la hora de la siesta en casa no eran bienvenidas ni visitas ni llamadas. Si un amigo mío timbraba, mi mamá salía disparada a la puerta, se ponía el dedo índice en la boca y con un tajante ssshhhhh!!! hacía callar al visitante sin que éste hubiera dicho una sola palabra todavía.

Tan buena custodia de la siesta era mi mamá, que mi papá y yo lográbamos sueños profundos hasta por una hora y media y cuando nos levantábamos sin conocimiento del tiempo ni del espacio nos felicitaba porque habíamos descansado. La siesta se aplaudía en casa, no se criticaba, y por eso nunca sentí culpa de ponerme la piyama después de comer para partir el día en dos y darle su lugar al añorable hábito de dormir en la tarde.

Después de echarme un largo bostezo, me doy cuenta que he perdido la capacidad de dormir siestas por dos razones, o me pega la "pensadera" que no me deja cerrar los ojos, o cualquier ruido me despierta. Yo quisiera dormir como lo hace Ramona, a pesar del ruido de Dora que lava los platos como si estuviera matándolos, a pesar de la tos de Mateo, a pesar de los telefonazos que recibe la Maga, a pesar del mofle del camión de la basura y a pesar del timbrazo que da puntualmente el lavacoches.

Lo irónico es que si me acuesto en la cama después de comer no me duermo, pero más tarde sí me ando jetoneando en la oficina. Es usual que me digan que traigo ojos cansados o cara de zombie. Insisto en que esta empresa debería tener cuartos de descanso que pudieras separar 15 minutos para dormir. Claro, si lo propone un empleado mexicano, el jefe piensa que ese empleado es un pinche huevonazo, pero si nos dicen que esa medida la toman los corporativos suizos o japoneses para terner contentos y en alerta a sus empleados, entonces a los jefes mexicanos se les hace una idea brillante.
La siesta debe ser algo que se festeje, se promueva, se respete y se presuma o ya ni sé... Tengo sueño, mucho sueño... Adiós.

Duda póstuma

Ante la nula creatividad para escribir algo que valga la pena, me encuentro con una pregunta fuera de lugar y que ya nada tiene que ver: ¿Por qué algunos católicos se ponen tristes en Navidad cuando se celebra el Nacimiento de Jesús y en cambio se la pasan festejando bien contentotes y casi encuerados en Playa del Carmen en Semana Santa, cuando es recordada la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo?
Y otra pregunta "más pior": ¿Por qué me da envidia que otros se vayan a asolear y a echar tecate a la playa en Semana Santa?

martes, 8 de enero de 2008

La versión masculina de Bridget Jones

La desventaja de ser delgado por herencia es que después de los 30 años tus genes se vuelven locos y todo lo que comes, bebes y respiras se te va directo a las jaboneras.

Tengo por ahí un pantalón café que es mi cinturómetro. Si me lo pongo y me queda holgado quiere decir que ando en el peso ideal; si me cierra pero me aprieta, es que ando pisando la frontera del peso ideal; si me cierra sólo cuando aspiro una gran cantidad de aire quiere decir que me sobran algunos kilos; pero si de plano no me sube significa que ya soy un marrano.

La bronca, repito, es que los que alguna vez fuimos muy delgados vamos engordando muy pinche, porque no engordamos parejos sino por zonas. Generalmente la grasa comienza a instalarse en la cintura y entonces te conviertes en la descripción que mi amigo Ángel inmortalizó: Un flaco con lonjas.

Esta condición es muy engañosa para el prójimo porque con ropa eres un figurín y andas por la vida con finta de ser un tipo delgado y hasta los demás se enojan si les dices que estás a dieta. - ¿Tú, a dieta? ¡Si eres un esqueleto!-, pueden llegar a decirte, pero la verdad es que tú sabes que al momento de quitarte la camisa te pareces más a Guillermo del Toro que a Alfonso Cuarón.
Después del nacimiento de las jaboneras, el flaco-engordado comienza a notar un incremento de grasa en la papada, cachetes, antebrazos y pecho. Ésta última zona es la que te genera más conflicto porque sin morbo incluido puedes notar que de pronto te han salido chichillas velludas que saltan cuando bajas las escaleras y luego no sabes si comprarte un corpiño o aventarte 100 lagartijas seguidas para evitar llegar a ser copa B.

Un flaco-engordado siente mucha nostalgia de aquellos años en los que se metía 10 tacos de bistec en Perrustiano Carranza o una torta y media de la Purísima sin que su vientre pagara las consecuencias. Ahorita, en cambio, cualquier plato de corn flakes después de las 8 de la noche paga arancel en tu cuerpo al día siguiente.

Esta profunda reflexión de martes, día que me cae medio mal, es sólo el prólogo de una realidad inaplazable: Hoy regreso a entrenar para sudar los excesos de diciembre. Traigo demasiada hueva de hacer ejercicio, pero si no lo hago pronto, ese pantalón café no va a subir más allá de mis rodillas.

lunes, 7 de enero de 2008

Bicicletas rosas en la puerta

Es sábado. Son las dos de la tarde. Suena el timbre. Ramona ladra con furia. Mateo puede soltar el llanto en cualquier momento. La Maga y yo entramos en estado de pánico. Abrimos la ventana que da a la calle y desde abajo se oyen voces de niñas:
- ¿Va a salir Mateooo?, preguntan en coro.
- Ahorita está en su siesta, pero vengan más al rato, contesta la madre de nuestro donjuanito y cierra la ventana.

Esta situación se repite todos los días porque a mi hijo, y lo digo con el pecho lleno de orgullo, ya lo buscan las niñas. En ocasiones son tres o más, pero la mayoría de las veces son dos: Sasha, de ocho años, y Valeria, de siete. Estas fieles fans llegan en bola, (como todas las hembras depredadoras), estacionan sus bicis rosas frente a la casa sin pedirle permiso a nadie y timbran para ver si va a salir Mateo, como si éste se mandara solo y tuviera plena voluntad de sus pasitos. (Ya escribo como señor).

Sasha es la más expresiva y Valeria la más risueña. La primera se la pasa diciendo que Mateo está cuero, mientras que la segunda apoya el comentario con una risilla larga, como imagino deben reírse las ardillas. Las dos son vecinitas, y creo que conozco de vista a sus papás pero nunca he platicado con ellos y no sé ni cómo se llaman. Así son los niños, logran a la fuerza que uno se haga el compadre de un vecino desconocido.

Mateo tiene mucha química con sus precoces pretendientas porque nada más las ve llegar y se le llena la carita de vida, se emociona, les grita, les sonríe, y aquellas, obvio, se ponen más felices. Con la angustia implantada en el estómago, nosotros dejamos que las groupies de nuestro mini sultán se lo lleven al parque y lo suban a los columpios, sin perderles la vista, por supuesto.

-Dentro de algunos años ya no les voy a abrir la puerta, murmuró la Maga que ya asoma sus celos de madre.

Yo estoy feliz con esta situación, pero debo confesar que siento una especie de envidia generacional porque mi hijo goza de una impunidad que ningún otro hombre que yo conozco ha logrado en toda su vida: él se puede pedorrear enfrente de sus amiguitas sin que ellas le pongan cara de fuchi ni le digan "ingas, qué cochino". Al contrario, el sábado que se aventó una cadena de flatulencias muy bien entonadas, Sasha y Valeria no dejaban de reírse y de repetirle lo cuero que se veía. Ni modo, los tiempos han cambiado en beneficio de los hombres pedorros.

viernes, 4 de enero de 2008

Nunca hemos sido los guapos del barrio

A los 14 años yo no tenía ni una amiga, pero sí varios amigos. Mi grupito selecto de amistades estaba constituido por Javier "El de Menudo", Héctor "El Chino", Pancho "El Feo", Sergio "El Chofi", Carlos "El Encías" y por los hermanos Ramón y Armando, "Monchín y Mandero", respectivamente.

Nuestras diversiones estaban divididas por el día y por la noche. En el día jugábamos fútbol hasta morirnos de sed en una cancha de Colinas de San Jerónimo, que en realidad era una cancha de basquet de concreto. En ese concreto me hice la mayoría de las cicatrices que tienen ahora mis piernas.
Los partidos duraban hasta que se metiera el sol porque no había alumbrado. A pesar del bofe, nadie compraba una coca por dos razones: la primera es que el único Oxxo estaba muy lejos, y la segunda es que nunca nadie tenía dinero, ni una moneda; y si acaso traías dinero, preferías no comprar nada de tomar porque todo el grupo te pediría y acabarías tomando sólo un trago de refresco lleno de babas.

Llegada la noche el grupo se quebraba, cada quien se iba a su casa y te reportabas con tus papás, te cambiabas de ropa sin previa ducha, cenabas y te salías, pero ahora sí con algo de dinero para cooperar en la compra del cartón de cerveza Indio, que sacaba de contrabando Javier el de Menudo de su casa.
Cuando nos terminábamos las cervezas nos subíamos a la camionetita del Chofi (único que traía carro) para hacer nuestro tour obligado a la Coyotera. Íbamos ahí porque era el único lugar en el que por sus calles podías ver señoras que te enseñaban los pezones gratuitamente desde la puerta de sus casas.

Una vez una de esas señoras se acercó tanto a la camioneta que Mandero y yo le pudimos tocar una teta, cada quien la suya (creo que a mí me tocó la derecha). En esa tarea exploratoria estábamos cuando la mujer dijo algo así como:
- ¿Quién de ustedes se atreve a meterse a la casa conmigo?
La propuesta hubiera sido muy estimulante si no le hubiéramos escuchado la voz, que era aún más grave que la de Darth Vader.
- ¡Es un maricón!, ¡es un puuuto!, ¡váaamonos a la chingada!, gritó Mandero ante las carcajadas de los demás y ante mi vergüenza por haber tentado por primera vez el silicón.

Los únicos que decían tener novia eran Javier el de Menudo y el Chino, pero nunca enseñaban fotos porque seguramente estaban muy feas o no existían. A mí el que me caía mejor era El Feo porque era el que tenía más mundo y era el más viajado gracias a que como estudiaba Veterinaria tenía que hacer brigadas en varias rancherías de Nuevo León.
El Feo me contaba que las rancheritas eran bien ligeras de sombrero y que aflojaban prenda en los canales de agua de riego o en los tejabanes más podridos. Yo no le creía mucho al Feo, pero me divertían sus historias erótico-rurales.

En ese tiempo mi target amoroso era Elisa. Yo le llamaba todos los domingos en la noche desde un teléfono público que estaba en la esquina del Parque de Béisbol de Colinas. No le hablaba desde mi casa porque me daba pena que mis papás me cacharan hablando con una chava. A veces el Feo me acompañaba al teléfono y me dictaba frases cursis y luego se tapaba la boca para no cagarse de la risa. Elisa, a quien no le daban ni risa ni nada mis frases, una vez me soltó una pregunta que jamás olvidaré:
- ¿Por qué te juntas con esos tontos?, me dijo, y yo no supe qué contestar.

Efectivamente ella y sus amigas nos decían Los Tontos, porque en cada quinceaños pedorro de la Colonia nos la pasábamos esquinados y gritando "iiiiiii, putillo" a cada güey que veíamos con novia. Ésa fue la primera vez que me di cuenta que para las mujeres importaba mucho el grupo de amigos que tuvieras y me puso a pensar si no estaba yo cagándola con la raza que me juntaba, una raza con la que me divertía demasiado, pero con la que jamás tendría éxito con el sexo opuesto.

Tiempo después mi papá me dio la buena noticia de que el vocho que en 1976 le había regalado a mi mamá, pasaría a formar parte de mi propiedad y, como buen naco ochentero, le compré al carro llantas gruesas y chaparras, le puse nuevos espejos aerodinámicos y un estéreo Pioneer. Además lo bauticé: le puse Vivaldi.
Y como ahora ya podía manejar y salir de la Colonia a mi voluntad empecé a juntarme con amigos que vivían en otras colonias y me empecé a involucrar con otros tipos de vida.

Al final, Elisa me mandó a la goma y yo dejé enfriar mi amistad con Los Tontos, me distancié de su futbolito, de su cartón de Indio, de su Coyotera y de su cero habilidad con las mujeres. Estaba yo encandilado por esa estupidez adolescente de buscar ser "más popular" yendo sólo a quinceaños en donde tocara Blue Star y comprando camisetas de tiburones en Padre Style o maraca Polo medio pirata en la pulga.
Y es que Los Tontos parecían estar tan lejos de lo que era "la vida" que me desafané del grupo sin previo aviso y sin devolver llamadas.
Supongo que así es la adolescencia: haces tu propia selección darwineana de las especies y aquellos de tus amigos que no te "sirven" terminas por hacerlos a un lado para poder sobrevivir a las exigencias que el medio ambiente (o sea, sociedad) te impone.

Ah, qué pendejo es uno a veces. (¿A veces?).

miércoles, 2 de enero de 2008

Amargo Nervo

Ahora que recibí el año un poco amargado les quiero compartir mi lista de gente indeseable. Por ejemplo no soporto:
- Ver gordos corriendo. Si la persona es una mujer y trae tacones, me cae peor; si es hombre y trae sudadera del América también se multiplica el odio.
- Los güeyes que se forman en la madrugada para ser los primeros en pagar la Tenencia. ¡Ah qué ganas de hacer fila con frío y tomarse la foto enseñando el papelito con el sello del pago del impuesto nefasto!.
- La gente que trae collarín en la oficina. Ok, ok, sí está bien, te chocaron o te caíste pero nadie te quiere ver caminando como Robocop en los pasillos y contando mil veces la historia de tu tragedia.
- La cajera del Santander de Puerta del Sol que no me devuelve el buenos días. Además siempre mastica chicle y está fea.
- Los chaparros que manejan camionetas 4x4 doble cabina con enormes llantas y que jamás te darán el paso en un crucero.
- La señora que me pide una ayudita en el semáforo de Constitución y Zuazua para un comedor de niños pobres y a la que casi siempre le doy, pero que cuando no le doy me hace cara de que qué pinche codo soy...¡pero si ayer te di!
- La gente que le habla de usted a sus papás y que encima le dicen "Apá y Amá".
- Redondear en el súper o que me cobren a 50 pesos algo que cuesta 49 con 50 centavos.
- Que alguien en el elevador me pregunte: "¿Y esa barbita?" ahora que he decidido dejar de rasurarme por tiempo indefinido.
- Una empleada de aquí que le grita a la otra: Fulanita, ¡¿traes loncheeee o vas a pedir de comer?! Y yo pensando: ¿lonche?, ¿sigues en primaria o qué?
- Y me van a caer muy mal los que me digan "Feliz Año" ya cuando andemos por el 15 de enero.