viernes, 28 de mayo de 2010

Gary Coleman (1968-2010)

Patrimonio universal: "¿De qué estás hablando, Willis?".

miércoles, 26 de mayo de 2010

Kleenex riguroso

Si digo que soy un hombre que llora corro el riesgo de confundirlos y que piensen que soy un hombre bueno, sensible y de gran corazón. A lo mejor soy esas cosas en una parte, grande o chica, pero también tengo áreas lacerantes en mi personalidad que ahora mismo están lastimando a alguien/algunos.

Tampoco me ajuano con cualquier cosa, ni chillo con telenovelas o en los finales de American Idol, pero sí dejo que las situaciones tristes me invadan, que las alegrías me conmuevan y que la culpa me lubrique los ojos. No le huyo a eso.

Me pasa que lloro cuando no debo de llorar, por ejemplo, conduciendo a las seis de la tarde en una avenida llena de taxis y otras bestias, y luego no lloro cuando estaría bien visto, digamos en un funeral. Lo mejor-peor de todo es que hay ocasiones que hago un paréntesis en el día para darle entrada a los quince minutos de gimoteo y entonces desdoblo de mi memoria las imágenes que estoy seguro van a quebrarme para llorar suelto.

No pocas veces he coincido con algún contemporáneo, hombre o mujer, que me pregunta cuál película me ha hecho llorar. Hay varias, pero ni una le gana a The Last Snows of Spring que es un dramón italiano que cuenta la relación entre un niño enfermo de leucemia y su desapegado padre viudo.

¡Ayjuesupinchemadre!, el otro día reproduje el trailer en YouTube y tuve que salirme disparado al estacionamiento de la oficina para desblindar a gusto la glándula lagrimal.

La película es de 1973, -año en que nacieron todas las flores-, pero yo la habré visto a finales de los setentas en casa de mis papás sentado en un cuarto de tele que ya no existe.



Y para recordar otro clásico del sollozo, aquí está el final de The Champ (1979).

viernes, 21 de mayo de 2010

Nublado

Un mexicano pregunta: ¿Qué pasa en China en donde locos hijos de la chingada se meten a escuelas con cuchillos y matan a niños de tres años para después autoinmolarse?

Un chino pregunta: ¿Qué chingados sucede en México en donde secuestran a un ex candidato presidencial y la más poderosa televisora del País decide no hablar del tema para no entorpecer las investigaciones?

Yo pregunto: ¿Qué les pasa a los vocalistas que me dieron peda y patria? Gustavo Cerati, Bono y Bret Michaels están en el hospital. Los rockstars ya no se deshacen como antes, así, rápido. Ahora van dejando de funcionar, poco a poco. Poco a poco.

Mateo pregunta: ¿Qué pasa si el cielo se rompe?

Rolita, por favor.

martes, 18 de mayo de 2010

Mila

Me gustan las mujeres bato. Ojo, no hablo de las marimachas sino de aquellas que conservan su perfumada feminidad mientras comen chuletas de puerco con todo y pellejo gordo. Que limpian el pollo sin náuseas.

Las mujeres bato cargan cosas pesadas porque se saben fuertes. Decoran, pero también taladran. Sostienen la mirada al plomero y al albañil. Le entran a cualquier tema pero sin tono revanchista. No son anti hombres, pero sí les gusta matarnos el gallo. Realmente lo disfrutan.

Se conmueven con el sufrimiento de un gato abandonado que maulla entre los helechos, pero no se paralizan a la hora de lavar el cráneo descalabrado de sus hijos. La sangre les asusta en las películas pero no al interior de su casa.

Las mujeres bato despiden a sus hijos como las mamás de antes, diciendo adiós con la mano hasta que el coche se desaparece por la esquina chata. No anulan el llanto que deviene con la separación, pero ese llanto no las anula tampoco a ellas. Le siguen a lo que sigue.

Todas mis amigas son mujeres bato. Lo fueron también mis novias. Mi esposa lo es. Y mi mamá también.

La mujer bato no está peleada con su belleza. Al contrario, saca partido del asombro -casi sumisión masculina- que logran unas pestañas hacia arriba y los hombros con brillitos. Este tipo de mujer conoce bien el poder conciliador que tiene un tirante de brasier asomado. Su belleza es, está, existe, no le estorba. A nadie le estorba una mujer bato que se sabe hermosa o que se procura la hermosura. Mucho menos son hembras peleadas con su inteligencia. La mujer bato alega y alega y alega. Terca, sí, a veces, pero siempre libre.

Mi cuñada María Pía es una prominente representante de las mujeres bato. Nunca tuve la sospecha, pero la certeza llegó el día que la vi comer una asquerosa lengua de res en salsa verde, y como yo soy un bato muy vieja, le hice caras al platillo mientras ella lo desaparecía con el ritmo pausado pero constante de una aspiradora a bajo voltaje.

El duraznito que aparece a la derecha del blog es Mila, primogénita de Pía y de su esposo Orkan "El Turco", un hombre que nunca se está quieto, excelente fotógrafo, buen catador, gran parrillero, entusiasta opinador de las cosas, vikingo de garganta profunda que no le hace el feo a cualquier licor; fan de la arrachera, de la vida y de lo que se mueve.

Si la pequeñita sale a su mamá, el mundo habrá ganado otra mujer bato. Y ésa es una gran noticia.
Si sale a su papá, ya valió madre.

¡Felicidades!

lunes, 17 de mayo de 2010

Twin Peaks

Según mis escrituras, el Viejo Orden inicia en 1991 y desprende su último aliento a finales de 1995. A partir de 1996 y hasta 1998 se coloca en calidad de interino un episodio confuso, transitorio, lastimero y resbaloso como tobogán conocido como Nova Era.

Poco después, en febrero de 1999, fue inaugurado el Nuevo Orden, el cual esfuma su dominio el 25 de noviembre del 2006 con el nacimiento de Mateo, el más amado.

Actualmente nos encontramos gravitando en el Neo Big Bang, pero este nombre aún no ha sido registrado ni por mi ni por nadie.

Jaladas aparte, quiero hoy compartir un video en donde Angelo Badalamenti explica el momento en que compuso junto a David Lynch la música de Twin Peaks, que es una de las películas-series de televisión más representativas del Viejo Orden.

lunes, 10 de mayo de 2010

Felicidades, mamás

Odette Yustman todavía no es mamá, pero hoy es su cumpleaños. Felicidades.
También cumple años Bono, pero me dio huevilla poner una foto de él.