viernes, 16 de enero de 2015

Puente

Entro a casa de mis padres y veo a Mateo haciendo tarea con mi papá. Ríen, juegan, se regañan; se la pasan muy bien. No interrumpo su dinámica, disfruto ese momento a distancia. Pienso que en un orden que no depende de mí, fui apenas el pretexto, el medio, el eslabón, para que estos dos se conocieran. Conmadre.

miércoles, 14 de enero de 2015

Experimento diario

Si estas líneas las hubiera escrito ayer tratarían de derrota e insipidez, pero ya no me siento así, ahora mis líneas me describen gustoso, en paz, agradecido.

Así soy. Todos los días dejo que cualquier cantidad de factores afecten mi ánimo, le doy entrada a pensamientos y emociones sin límite como si lo mío fuera ser un tubo de ensayo en donde lo interesante consiste en descubrir las reacciones que tengo ante toda la bola de datos que incluyo, particularmente en mi mente, pero también en mi corazón.

En constante experimento emocional ando, con la desventaja de no encontrar otro conejillo de indias más que yo. El único boceto que echo a perder o que fortalezco es mi tiempo presente.

De lunes a martes doy un brinco emocional dramático que luego vuelve a mutar la mañana del miércoles, sólo para transformarse en otra cosa durante el jueves hasta que el viernes hace erupción un panorama opuesto. Sábado y domingo soy la versión más estable de mi experimento.

Permito que me afecten la lluvia, las obligaciones, las caras de los demás, la música del gimnasio, los sueños autoboicoteados o la distancia de mi BatiChica. Me modifican también el valioso tiempo de juegos con Mateo, las páginas del libro en turno, los mejores capítulos de Breaking Bad, unas buenas nalgas en la calle, el café, el chocolate, o los chocolates con café. Meto todo en una misma mochila. Y el resultado se hincha, me rebasa, me brota un chipote emocional al que le intento poner nombre: ando raro, nostálgico, festivo, huraño, melancólico, valemadrista, feliz, tranquilo, equis. El diagnóstico con el que más batallo es el "quién-sabe-cómo-me-siento".

¿Cómo estoy? es la segunda pregunta más difícil de contestar para mí. La número uno sigue siendo ¿Hacia dónde voy?, pero al menos ya resolví la de ¿Qué no quiero en la vida?

Mi estado de ánimo siempre es parcial, nunca definitivo. En el experimento de hoy, el resultado arroja que me encuentro en paz, agradecido, contento.

Mañana (o al rato) voy a ser otra persona.